martes, 1 de diciembre de 2009

Sin Título

No tiene título todavía,... comenten =D



Nunca supe cómo empezar esa balada que me pediste, sabías que no sé nada de música, siempre lo supiste, y aún así me la pedías. Creías que tu amor era capaz de hacerme lograr cosas imposibles, te equivocaste.
***
Desperté ese día más temprano de lo normal, tú aún dormías, no te había visto en semanas, pero estaba nervioso por ti, nunca estás tranquila antes de un examen. Esperaba en la cama un mensaje tuyo, una llamada o lo que fuese.
Decidí no hacer caso, saldrías bien. Me bañé, tú dormías. Me puse mi uniforme del colegio, tú dormías. Desayuné y me fui, tú dormías.
El día estaba nublado, te gustaban los días nublados. Te mandé un mensaje de texto: “Suerte hoy.” Los árboles se movían al ritmo de tu respiración, podía sentirte, tú dormías. Dejé de preocuparme, ya debías estar estudiando otra vez, era un día importante para ti.
Al igual que todos los días, llegué más temprano de lo normal. Estando solo, sentado en la misma banca de todos los días, junto a la puerta cerrada de todos los días, donde se veían los rayos del sol entrando sin avisar, cortando la niebla entre la que casi podía ver tu cara. Yo leía, pero no ponía atención, pensaba en ti, tú dormías.
-¿Qué le pasa hoy? Anda distraído.
-Es el día de ella.
Todos quedaron con la duda.
Salía ya del colegio, tú llorabas. Reviso mi celular y tengo un mensaje tuyo. Emocionado lo leí, quería saber cómo te había ido. “Me quedé dormida…”
***
Mi hombro aguanta tu cabeza, soy una esponja de lágrimas y lamentos.
-Ese examen no lo es todo…
-¡Era mi futuro!
-Puedes buscar otro, y seguro será mejor…
-Eres demasiado optimista, pareciera que nunca hubieras enfrentado un problema.
-¿Tú qué piensas del amor?
-¿Por qué preguntas eso ahora?
-Quería hacerte olvidar el examen.
Nos miramos y ambos sonreímos. Nos quedamos en silencio… Yo deseaba estar así siempre, tú no querías soltar más lágrimas frente a mí.
Eras valiente y querías encontrar valor en mí. No te dabas cuenta que yo buscaba lo mismo en ti, te amaba, te admiraba, tú me querías, a veces lo dudabas. Yo te escribía mil cartas de amor, tú me dibujabas una sonrisa en tu cara, satisfecha. Nunca me quisiste como yo te quise a ti, aunque a veces me amabas demasiado.
-Debo irme ya.
Intento darte un beso y tú giras la cabeza tiernamente, la giraste de forma que tu cabeza dijo: “Otro día… hoy no.” El beso cayó en tu mejilla como cientos de gotas de lluvia.
Te vas y no quiero dejarte ir, te sigo sin que me notes. Llegas a tu casa y abres la puerta, yo abro tu ventana, cuando entras a tu cuarto encuentras una rosa con un papel: “Otro día… hoy no.”
Camino hacia mi casa y no dejo de pensar en ti, tú miras la luna invisible tras las nubes de esa noche nublada. Empezó a llover…
***
Cuatro tazas de harina, y la mantequilla la cremaba junto con tus lágrimas invisibles. Un poco de leche que se evapora en un beso que no se logró dar bien.
La cocina calmaba tus penas, y yo te enseñaba a cocinar. Me gustaba dejarte descubrir tus propias recetas para que las apreciaras mejor. Te preguntaba cosas que yo ya sabía, y tu sabías que lo sabía, pero aún sabiéndolo, contestabas, creabas las respuestas, me gustaba que hicieras eso. Jamás seguiste por completo mis instrucciones… ese aspecto de tí me volvía loco. Siempre cocinabas de noche y cuando se podía ver la luna.
-Señorita, ¿me permitiría un baile con usted?
-¿Por qué me lo preguntas de modo tan formal?
-Le juro que mis intenciones con usted son las mejores.
-No hay música…
-Hagamos nosotros la música.
-No sabes nada de música…
Al decir eso no la dejé continuar, tomé su cintura en mis brazos y empezamos a bailar, ella cerró los ojos, yo la levanté en el aire y se sintió al caer como un terremoto en mi corazón, recorrimos la cocina como soñábamos recorrer el mundo, bailando los dos sin saber cómo.
Tú pensabas en una música de balada, yo pensaba en un tango. Pero eso no le importó a nuestros cuerpos que tenían movimientos iguales, no importó en ese momento nada, sólo queríamos seguir bailando, te pedí que nos detuviéramos, aunque no lo quería en realidad, tú moviste la cabeza de arriba abajo, pero aún así continuamos. Este baile eterno de notas desiguales nos unía, las notas fueron haciéndose similares hasta que se fundieron en un beso, eterno, uno que logró combinar un tango y una balada.
Cayó un rayo.
Nos separamos por motivo de éste, volví a ver tu cara, tenías la mirada hacia abajo y llovía en tus ojos. Me quedé viéndote y me perdí en ti. Fue un notorio olor a quemado lo que me hizo despertar otra vez.
-¡El horno!- gritaste y sacaste tus penas ya quemadas. Noté una lágrima bajar por tu mejilla y caer en el pan, ya negro.
La lluvia que había anunciado el rayo empezó a caer, pero no era como la lluvia común, el sol alumbraba las gotas al caer, formando un amplio arco iris.
Una sonrisa se dibujó en tu rostro húmedo.
-Hazme una balada.
***
Me invitabas siempre a las actividades a las que ibas, nunca supe si fue por tenerme cerca o porque no querías ir sola, yo siempre te acompañaba, no me importaba a qué, sólo quería estar cerca de ti, lo único que odiaba eran algunas personas de tus actividades, hombres que, aunque no lo hacían, yo creía que te coqueteaban. Cuando pasaba eso debía disfrazar el fuego del enojo en una hipócrita sonrisa.
-Oye- dijo uno de ellos.
Los dos volvimos a ver, te llamaban a ti.
-¿Haces algo los domingos por las mañanas?
Sonreí y puedo casi jurar que sentiste mi hipocresía.
-No- respondiste mientras mi rostro borraba esa sonrisa.
-Es que tal vez…
No ponía atención a lo que ese patán estaba diciendo, sólo quería que se fuera ya.
-… si no te importa, me gustaría que….
No podía aguantar más, en mi cara empezaba a notarse la furia, mis puños temblaban. Sabía que no tenía derecho de estar celoso, nunca has sido mía. No puse atención a lo que dijo hasta que llegó al final.
-Sería un honor que me acompañaras.
No podía creerlo, no quería entenderlo. Sin dejarte responder me levanté ruidosamente y me fui. No pude aguantar estar más tiempo ahí sin golpearlo. No lo podía golpear pues no tenía derecho a sentir celos. Una lágrima rodó por mi mejilla y al caer al suelo lo dejó infértil por siempre. Tú sentías mi enojo y mi amargura.
-Encantada te ayudaré- y saliste a buscarme.
Nunca he pensado en la suerte que tuve que no me encontraras esa noche, no te servía verme así.
Caminé a mi casa, la lluvia empezó a caer y a salpicar mis lamentos, el agua se combinaba en mi cara con el ácido que salía de mis ojos y no dejaba notar el que estaba llorando.
Llegué a mi casa empapado de ti. Te mandé un mensaje: “Perdona, no pude aguantar más”. Y llovió aún más fuerte.
***
Jamás pensé que todo lo que había pasado junto a tí estuviera relacionado y menos que tuviera un resultado.
Te conocí, eras igual a mí en lo que amaba de mí mismo, eras diferente a mí en las pocas cosas que odiaba de mí. Me aconsejabas acallar mi complejo de superioridad, pero sabías que era infinito cuando no estabas. Te sentía tan perfecta… pero sabía que eras imperfecta.
Tú revelaste ante mí todo lo malo en el mundo, yo te enseñé que el mundo se aprecia hasta que lo hayas visto en blanco y negro. Yo te confesé todos mis miedos y vergüenzas, tú me hiciste ver que el miedo era mental y que la vergüenza en sí era algo ridículo.
Eras mi ejemplo a seguir y yo el tuyo. Pero yo no sabía tanto de ti como creía, yo creía que sabía todo.
-Ya no me importa el examen.
-Nunca te debió haber importado.
-Era imposible que no importara.
Silencio.
Sabías que mi silencio no significaba absolutamente nada.
No quería que te importara tu examen porque era mi culpa que te hayas quedado dormida ese día.
-Perdóname- y una lágrima rodó por mi cara.
No me respondías.
-No debí haber escogido ese día para ir contigo y volver tan tarde.
Tu silencio me hería. Querías mi silencio también y tapaste mi boca.
Nos quedamos en silencio, sentados, eso bastaba. Toda mi culpa se fue, y por primera vez sentí tu cuerpo. Empecé a cantar, desentonando, sin melodía. Tú reíste.
Me levanté y ofrecí mi mano que fue aceptada por la tuya, y bailamos la canción más desafinada que dos personas han bailado jamás. Era tu canción favorita aunque fuera la primera vez que la escuchabas, la canción más romántica, aunque no hablara de amor…
***

4 comentarios:

  1. QQUE LINDO RODRIGOO!!!! enserio ud tiene un don.. me fascina.. me atrapo x completo!!... wow como lo logra!¿
    enserio... tavez no sea su sueño, pero nunca deje de escribir! quiero saber como sigue!

    ResponderEliminar
  2. Qué bien, es precioso escribir, y que los demás puedan leerlo...

    Paso por aquí a saludar, y depaso te comento que en Perdidas Entre Páginas tenemos una sección que se llama ¡Te reseñamos! nos mandas tus escritos, los leemos, les hacemos la reseña, los colgamos al blog si nos das permiso; y si estamos inspiradas les hacemos una portada! ajajaj He encontrado tu blog desde Starbooks y digo, voy a comentárselo ^^

    ResponderEliminar
  3. Hola Nia! perdón que hasta ahora te responda!!! si quieres puedes tomar mis escritos desde el blog! eres bienvenida! =D si los quieres publicar también hazlo! ^^

    ResponderEliminar
  4. rodrigo, eso esta excelente mae, nunca pare de escribir. =)

    ResponderEliminar